La Sierra de Baza es uno de nuestros más singulares y extensos espacios naturales. Fué declarada Parque Natural en 1989, abarcando más de 53.000 hectáreas de los términos municipales de Baza, Caniles, Gor, Dólar y Valle del Zalabí.
Tiene esta sierra, que forma parte de las sierras Béticas, la peculiaridad de estar formada por dos tipos de roca totalmente diferentes dando lugar a dos formas de paisaje totalmente distintas.
Por el Oeste, entrando desde Gor o desde Baza, encontramos una sierra caliza, Alpujárride, con los picos más altos conocidos como "calares", de Rapa, Santa Bárbara (>2.300 m.s.n.m.), de San Sebastián y Morrón Alto. En cambio si entramos por Caniles o desde el Marquesado, por Escúllar, llegamos a una sierra formada por esquistos y cuarcitas Nevado-Filábrides similares a los de las zonas altas de Sierra Nevada. Es especialmente vistoso observar la zona de contacto entre ambos materiales en el valle del Río Gallego o Bodurria.
Siendo totalmente diferentes, ambas partes de la sierra albergan gran interés ecológico.
Buena parte de la Sierra fué sometida a fuerte transformación para repoblación forestal en el siglo XX dando lugar a las formaciones actuales de pinares que forman una parte importante de su masa forestal.
Aún así se han conservado formaciones naturales de pino silvestre de gran porte, encinares de diversos tipos, quejigares, acerales y bosques en galería. En las zonas más altas podemos encontrar endemismos florísticos nevadenses y béticos.
La zona Este, formada por esquistos forma una planicie modelada por los ríos Balax, Uclías y Moras, con largos valles que vierten hacia el norte y albergan formaciones vegetales singulares, especialmente en sus cabeceras donde existen suelos turbosos, encharcados, que se han salvado de la transformación agrícola.
El gran tamaño de la sierra, los distintos sustratos rocosos y la gran variedad de formaciones vegetales que van desde el piso mesomediterráneo en las zonas bajas al supra mediterráneo al aumentar en altitud y hasta el oromediterráneo en las cotas más altas, unido al abandono en el último siglo de casi todas las cortijadas ha favorecido la conservación de unas comunidades animales de gran interés, abundando el ciervo, cabra montés, zorro, tejón, jabalí, gineta, así como una buena representación de aves, reptiles, anfibios e insectos.
Alberga asimismo esta Sierra una gran riqueza histórica y antropológica por los restos de antigua ocupación constatada desde el Neolítico, así como por los restos de arquitectura serrana que se conservan en la actualidad.
