Realizada en la orilla del Río Guadalfeo, sin ningún tipo de escondite.

Muy descriptiva puesto que nos lo muestra en un lugar típico, una piedra mayor que el resto que le sirve de observatorio desde donde localizar sus posibles presas cerca de la orilla de un río.

Dentro de los limícolos existen pocas especies que tengan hábitos solitarios, y entre ellas encontramos a este andarríos. Raramente se le puede ver en grupos.

Muestra un comportamiento confiado, con una peculiar forma de moverse. Hace vuelos cortos de huida alternando aleteos y planeos con las alas abiertas y curvadas con las puntas hacia abajo. Al posarse, mientras está alerta, balancea cabeza y cola arriba-abajo. Su coloración dorsal es parda uniforme, con los bordes externos de toda la cola y una conspicua franja alar de color blanco. El color pardo de la cabeza llega a ocupar la garganta y una parte del pecho, muy característico en una vista lateral. El resto del pecho y el vientre son totalmente blancos.

Relativamente confiado, suele guardar las distancias, pero no huir gritando como haría su congénere el A. grande.

Se alimenta en terrenos húmedos y fangosos en las orillas de ríos y zonas encharcadas donde captura desde poliquetos enterrados a insectos en superficie.

Localiza las presas visualmente y las captura en rápidas y cortas carreras, apenas se para oscila su cuerpo con frecuencia.

Localización en Granada

Aunque está considerado solo invernante, también hay ejemplares durante el resto del año en lugares favorables junto a la costa de Motril.