• Hembra adulta de Aguilucho cenizo posada en un barbecho labrado.

Rapaz de alas y cola largas y vuelo boyante en el que alternan batidos con planeos a baja altura aprovechando al máximo la topografía del terreno y los vientos.

Unos 45 cm de longitud pico-cola.

Las hembras son pardas con obispillo blanco, el ojo amarillo cuando adultas, y los machos son gris ceniza con estrechas franjas alares negras en las secundarias.

Muestran varios plumajes intermedios entre el de juvenil, pardo rojizo y el adulto que es diferente en ambos sexos.

Paleártico, excepto Escandinavia.

Abundante en estepas cerealistas de toda Europa excepto los Blacanes e Italia.

En la Península Ibérica es común en todas las regiones excepto en la franja oriental entre Almería y Valencia.

Tierras de labor, cultivos de cereal, llanuras esteparias alternando con cultivos extensivos.

Matorrales y monte bajo menos frecuentemente. También en marismas y saladares interiores.

Se reproduce entre el herbazal, los campos de cereal y los matorrales espesos a veces.

Se alimenta fundamentalmente de micromamíferos, aves e insectos terrestres de mediano tamaño.

El vuelo de los aguiluchos es una pelea a la vez que una danza en la que el viento es parte esencial, permitiéndoles volar continuamente sobre los sembrados sin apenas batir las alas.

A finales de marzo y primeros de abril es frecuente ver sus paradas nupciales en la que ambos sexos evolucionan haciendo espectaculares picados y persecuciones en vuelo batido acompañados de frecuentes gritos de reclamo.

Abundante en zonas cerealistas como el Temple, Hoya de Guadíx, Baza, comarca de Orce, etc.

Muy similar al Aguilucho Pálido que es invernante en nuestra zona. El pálido tiene en el caso del macho el obispillo blanco bien visible, y en la hembra también blanco pero mayor que en la hembra de A. Cenizo.  Además el A, Pálido es más corpulento que el Aguilucho cenizo.

Salvo en los meses de cambio de estación, no coinciden en el tiempo porque el A. Pálido en solo invernante y el Cenizo es solo estival en Granada. En marzo y septiembre-octubre podemos ver ambas especies si bien el pálido estará de paso.

No amenazado.

Las campañas de concienciación y voluntariado que buscan señalar los nidos previamente a la cosecha de las cebadas, para dejar una parcela sin cosechar rodeando los nidos, han permitido la supervivencia de muchas aves que eran de lo contrario sacrificadas durante la cosecha del cereal.

Peterson, Mountfort, Hollom. Ed. Omega.

Observación personal.